domingo, 4 de marzo de 2012

Escena VI

El calabozo. Sótano mal alumbrado por una candileja. En la sombra se mueve el bulto de un hombre. -Blusa, tapabocas y alpargatas.- Pasea hablando solo. Repentinamente se abre la puerta. Max Estrella, empujado y tropicando, rueda al fondo del calabozo. Se cierra de golpe la puerta.

Max: ¡Canallas! ¡Asalariados! ¡Cobardes!
Voz fuera: ¡Aún vas a llevar mancuerna!
Max: ¡Esbirro!

Sale de la tiniebla el bulto del hombre morador del calabozo. Bajo la luz se le ve esposado, con la cara llena de sangre.

El preso: ¡Buenas noches!
Max: ¿No estoy solo?
El preso: Así parece.
Max: ¿Quién eres, compañero?
El preso: Un paria.
Max: ¿Eres anarquista?
El preso: Soy lo que me han hecho las leyes.
El preso: Usted no es proletario.
Max: Yo soy el dolor de un mal sueño.
El preso: Parece usted hombre de luces. Su hablar es como de otros tiempos.
Max: Yo soy un poeta ciego.
El preso: ¡No es pequeña desgracia!... En España el trabajo y la inteligencia siempre se han visto menospreciados. Aquí todo lo manda el dinero.
El preso: Estoy esposado.
Max: ¿Eres joven? No puedo verte.
El preso: Soy joven. Treinta años.
Max: ¿De qué te acusan?
El preso: Es cuento largo. Soy tachado de rebelde... No quise dejar el telar por ir a la guerra y levanté un motín en la fábrica. Me denunció el patrón, cumplí condena, recorrí el mundo buscando trabajo, y ahora voy por tránsitos, reclamado de no sé qué jueces. Conozco la suerte que me espera: Cuatro tiros por intento de fuga. Bueno. Si no es más que eso...
Max: ¿Pues qué temes?
El preso: Que se diviertan dándome tormento.
Max: ¡Bárbaros! Los ricos y los pobres, la barbarie ibérica es unánime.
Se abre la puerta del calabozo, y El llavero, con jactancia de rufo, ordena al preso maniatado que le acompañe.

El llavero: Tú, catalán, ¡disponte!
El preso: Estoy dispuesto.
El llavero: Pues andando. Gachó, vas a salir de viaje de recreo.

El esposado, con resignada entereza, se acerca al ciego y le toca el hombro con la barba. Se despide hablando a media voz.

El preso: Llegó la mía... Creo que no volveremos a vernos...
Max: ¡Es horrible!
El preso: Van a matarme... ¿Qué dirá mañana esa prensa canalla?
Max: Lo que le manden.
El preso: ¿Está usted llorando?
Max: De impotencia y de rabia. Abracémonos, hermano.

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